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martes, 6 de marzo de 2012

Después de las diez

                                               
 Vanesa era una chica normal, vivía con su perro Rufus, un can mezcla de pitbull y presa canario al que consideraba como su mejor amigo, ya que él nunca la rechazaba y la quería incondicionalmente con todos sus innumerables defectos y sus pocas virtudes. Habitaban en un pequeño apartamento del barrio de Chueca en Madrid y sobrevía como podía, ya que por la crisis y por su situación personal a pesar de sus esfuerzos y de ser una chica trabajadora no se le abrían las puertas para encontrar ningún trabajo normal. Aunque lo niegue la sociedad aún nos ve con malos ojos a las chicas transexuales, para la mayoría, todas somos putas y ni si quiera se molestan en conocernos.
 Cansada de esta situación en la que su vida iba pasando sin pena ni gloria y sin ningún familiar ni amigo de verdad al que poder recurrir o con el que poder compartir su demasiado tiempo libre, sin dinero y sin familia ni amigos, no es de extrañar que un día Vanesa se decidiera a dar el paso y cambiar placer por dinero, no lo hizo por gusto sino por desesperación.
 Una noche mientras paseaba a Rufus por el parque del Retiro, al llegar a la estatua del ángel caído (Lucifer de Bellver) se paró a contemplarla como solía hacer siempre que pasaba por allí. Esa estatua en la que se representa al ángel rebelde en el momento en que repudiado por su padre fue arrojado a la tierra, siempre le había cautivado desde pequeña, ahora lo entendía pues en el fondo eran iguales, su rebelión era ser ella misma y su familia eran el Dios represor y capaz de desterrar a su hija de los cielos solo por haberse atrevido a levantar la cabeza y decir esta soy yo y así quiero vivir mi vida, Estaba sumida en estas reflexiones cuando Rufus ladró pues un chico atlético vestido con zapatos, pantalón y jersey negros, una melena rizada de hermoso cabello negro y una cara preciosa como esculpida por el mismísimo Apolo, estaba a su lado mirándola con cara de saber exactamente lo que ella había estado pensando. El extraño se acercó más y acarició al perro que al instante se tranquilizó, el joven la sonrió, sus dientes eran perfectos y blancos como la leche. En su presencia ella se sintió a gusto y embargada por una ola de extraño placer, es curioso pero sin que ella se hubiese presentado él le habló y de alguna forma que escapaba a su entendimiento aquel extraño conocía su nombre y su vida, le habló tan dulcemente y con tanta confianza que despertó en ella un sentimiento que era lo mas parecido al amor que había sentido en mucho tiempo y mientras ella contemplaba la escultura él dijo:
 _Sé que cuando eras una niña pasaste muchas noches en vela llorando ante la crueldad de un Dios que te había hecho infeliz, asustada temiendo mostrarte tal y como eres, siempre sufriendo sola y en silencio sin poder compartir con nadie más tus sentimientos, se que siempre vienes a esta estatua a llorar porque te inspira, él fue expulsado de los cielos al rebelarse abiertamente por lo que sentía contra la naturaleza que le había sido impuesta por un padre rígido e incomprensivo, pues bien, tú también has tenido el valor para revelarte contra lo que los demás esperaban de ti y conseguir ser tu misma, has emprendido tu camino y te has arriesgado porque sabes que ni una madre, ni un padre, ni nadie tiene derecho a reprimirte y obligarte a que te resignes a ser infeliz. A pesar de tener todo en contra has seguido tu camino y te has mantenido fiel a ti misma y si los demás te rechazan ellos se lo pierden,  ya que se suele temer y demonizar a quienes se revelan contra lo establecido porque son fieles a si mismos y no se acobardan ante los obstáculos y los prejuicios ajenos. Ahora tienes mucho tiempo libre aprovéchalo e instrúyete, veras como todo mejorará, somos rebeldes porque tenemos el valor para luchar contra lo que injustamente nos ha sido impuesto y nada ni nadie por temible que sea puede degradarte ni tiene derecho a dirigir tu vida sino tú misma.
 Vanesa giró la cabeza para responder pero él ya no estaba, se había desvanecido y ella dudó de que se lo hubiese imaginado todo, pero las palabras de aquel chico tan hermoso y agradable estaban llenas de verdad y de ánimos y cuando llegó a su casa esa noche Vanesa no salió a prostituirse, sino que inspirada por aquel encuentro nocturno con el propio Lucifer, empezó a buscar instituto para retomar sus estudios y desde entonces no la fue mal, su vida cambió y pasó de ser una simple muchacha asustada y arruinada a ser una mujer inspiradora y creativa. Desde entonces ha pasado mucho tiempo, ella siguió paseando por el Retiro y visitando la estatua donde aquel chico tan guapo la habló amablemente una noche pasadas las diez, con la esperanza de volverle a ver, pero él jamás volvió a aparecer excepto en sus sueños más húmedos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                  
                                                             Fin.
                                                                                                                                                                  Lilith Dracus